Información completa de la obra: [Prólogo con morrión]

Es el caso, amable suscritor, que cuando yo me disponía A hacer esta mañana —se entiende después de haberme desayunado con todos los periódicos de la capital, almuerzo que tú no desearas por gastrónomo que seas—, la primera imagen o retrato fotogénico con que pensaba regalarte; cuando ya tenía preparada mi plancha daguerriense a lo Bayard, esto es, sobre papel, y cuando ya había dudo la dirección conveniente a mi objetivo, en castellano anteojo, hasta buscar el mejor punto de vista del modelo que me proponía. [...] Está visto, decía el desgraciado periodista, que en España no se pueden escribir costumbres: es una empresa muy comprometida y que ofrece poco. Si ridiculizas te llama el público mordaz; y si no ridiculizas te trata de soso y de que careces de chispa: ¡maldita chispa! Escribir en el día corrigiendo y deleitando, es una senda muy escabrosa que nadie puede atravesar felizmente; porque los vicios y las malas costumbres una vez arraigadas en el hombre, con dificultad se desprende de ellas sin algún dolor. Por otra parte, la sociedad no está para que la retraten, pues de retratarla bien hay necesidad de herir profundamente su corazón. El siglo XIX es un niño revoltoso que no admite reforma, y es preciso marchar con él.